¿Cómo sobrellevar el síndrome del primer día?
marzo 15, 2023¿Cómo fidelizar al talento humano en las organizaciones?
abril 13, 2023Autor: María Alejandra Díez
Equipo Comunicaciones
Fecha de publicación: 11/04/23
La búsqueda de la felicidad y bienestar de los colaboradores es un tema tendencia, pues cada vez las empresas son más conscientes del papel fundamental que tienen sus empleados y el gran efecto que tiene ‘estar bien’ en su productividad. Juan Carlos Gutiérrez, fundador y director de Welu y Colombianos Exitosos, afirmó que la satisfacción de las personas en su empleo puede incrementar hasta un 31% la productividad, la innovación y las ventas. Sin embargo, el bienestar o la felicidad puede no ser un estado permanente cuando es motivado por beneficios específicos y es por ello que se debe propender por motivaciones sanas, que no creen falsas expectativas en los colaboradores y que apele a un balance emocional.
El dilema para las organizaciones es entender dónde poner límites en las estrategias de bienestar en el trabajo, para evitar que la felicidad se transforme en ‘positivismo tóxico’. Este término hace referencia a la mentalidad de neutralizar o minimizar: las frustraciones, las inseguridades, los momentos de duda e incluso los momentos de éxito.
Al adormecer nuestros sentimientos, es como si estuviésemos viviendo todo de manera tan positiva, que no podemos disfrutar o experimentar las emociones que nos hacen humanos, lo que se resume en una vivencia poco realista de las experiencias laborales.
El hecho de que las organizaciones inviten a sus empleados a ver con buena cara las dificultades y eviten a toda costa emociones o pensamientos negativos, puede generar que las empresas asuman un rol de padres sobreprotectores, lo que hace que los colaboradores se vean así mismos como hijos indefensos, limitando su capacidad de afrontar los problemas y por supuesto aprender verdaderas lecciones de ellos, pues el éxito en sí no es tan satisfactorio como cuando se mira las dificultades que se sobrepasaron y se logra superarlas y triunfar.
En conclusión, el positivismo tóxico podría ser un peligro para la salud mental de los colaboradores, puesto que les impide expresar sus sentimientos o preocupaciones, y les hace sentir la necesidad de demostrar una falsa felicidad en todo momento. Por ello es importante que, en las estrategias de bienestar demos cabida a todo tipo de emociones, tanto positivas como negativas, y promovamos la comunicación abierta y autentica para abordar y resolver los problemas del día a día.
Equipo Comunicaciones
Fecha de publicación: 11/04/23
La búsqueda de la felicidad y bienestar de los colaboradores es un tema tendencia, pues cada vez las empresas son más conscientes del papel fundamental que tienen sus empleados y el gran efecto que tiene ‘estar bien’ en su productividad. Juan Carlos Gutiérrez, fundador y director de Welu y Colombianos Exitosos, afirmó que la satisfacción de las personas en su empleo puede incrementar hasta un 31% la productividad, la innovación y las ventas. Sin embargo, el bienestar o la felicidad puede no ser un estado permanente cuando es motivado por beneficios específicos y es por ello que se debe propender por motivaciones sanas, que no creen falsas expectativas en los colaboradores y que apele a un balance emocional.
El dilema para las organizaciones es entender dónde poner límites en las estrategias de bienestar en el trabajo, para evitar que la felicidad se transforme en ‘positivismo tóxico’. Este término hace referencia a la mentalidad de neutralizar o minimizar: las frustraciones, las inseguridades, los momentos de duda e incluso los momentos de éxito.
Al adormecer nuestros sentimientos, es como si estuviésemos viviendo todo de manera tan positiva, que no podemos disfrutar o experimentar las emociones que nos hacen humanos, lo que se resume en una vivencia poco realista de las experiencias laborales.
El hecho de que las organizaciones inviten a sus empleados a ver con buena cara las dificultades y eviten a toda costa emociones o pensamientos negativos, puede generar que las empresas asuman un rol de padres sobreprotectores, lo que hace que los colaboradores se vean así mismos como hijos indefensos, limitando su capacidad de afrontar los problemas y por supuesto aprender verdaderas lecciones de ellos, pues el éxito en sí no es tan satisfactorio como cuando se mira las dificultades que se sobrepasaron y se logra superarlas y triunfar.
En conclusión, el positivismo tóxico podría ser un peligro para la salud mental de los colaboradores, puesto que les impide expresar sus sentimientos o preocupaciones, y les hace sentir la necesidad de demostrar una falsa felicidad en todo momento. Por ello es importante que, en las estrategias de bienestar demos cabida a todo tipo de emociones, tanto positivas como negativas, y promovamos la comunicación abierta y autentica para abordar y resolver los problemas del día a día.